
«El Señor Moneo les propuso que crearan una biblioteca en la clase. La idea era que los alumnos donaran libros y también que pusieran un poco de dinero cada uno para comprar libros nuevos, un libro cada mes. Habría servicio de préstamo y carné de socio, y los libros llevarían un número pegado en el lomo y tendrían todos su ficha correspondiente, que sería guardada en un archivador, todo exactamente igual que en las bibliotecas de verdad. El cargo de bibliotecario recayó sobre Mateo, y el de ayudante de bibliotecario sobre Negrete. Era una elección lógica: Mateo, Negrete y Miguel eran los mejores de la clase, los que sacaban las mejores notas y los que estaban siempre en la primera fila. Mateo volvió a su casa excitadísimo con la noticia de que iba a ser el bibliotecario de la clase, y su padre, que era un apasionado de los libros y de las bibliotecas, le explicó el sistema de las bibliotecas inglesas, que consistía en pegar unos sobrecitos de cartulina en las guardas de cada libro, en el interior de los cuales se colocaba una tarjeta de cartulina donde aparecía el título y el autor del libro, el nombre del lector que lo tenía prestado y la fecha de devolución.»
ANDRÉS IBÁÑEZ
La lluvia de los inocentes (2012)
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